Inteligencia Emocional en niños: cómo educar a los hijos en las emociones

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Sabemos la dificultad que entraña la educación de nuestros hijos, pero sabemos que más difícil aún llevar a cabo una educación en cuanto a inteligencia emocional para niños, en donde juegan un papel fundamental las diferentes técnicas que hay que conocerlas y saber ejecutarlas correctamente.

En este artículo vamos hacer un repaso para que conozcas qué es la inteligencia emocional, cómo identificarla, técnicas para trabajar este aspecto y beneficios de usarla.

Qué es la Inteligencia Emocional

Si recogemos el significado de internet, no es raro que nos encontremos con significados del estilo “la capacidad de identificar y manejar las emociones”. Bien, es una definición acertada, a la vez que ligeramente vaga. Las emociones son muy complejas: nos incitan a actuar, de una forma u otra.

La Inteligencia Emocional está conectada al mayor o menor manejo de las emociones, y dependiendo de si logras adaptarlas a la situación que estás viviendo en ese momento, tienes mayor o menor inteligencia emocional. Pero vamos a lo que nos interesa, ¿por qué es tan importante en los niños?

Todos los días nos encontramos por la calle con padres abrumados por las rabietas de los niños: que si quieren jugar, comer, dormir…

En ocasiones ser padre se vuelve una profesión de alto riesgo y más aún cuando debemos centrarnos en la inteligencia emocional en niños. En estos casos especialmente es cuando más importante se vuelve enseñar al niño a manejar correctamente sus emociones, lo cual beneficiará a su persona y a los que lo rodean.

¿Cómo trabajar la Inteligencia Emocional en los niños?

Hasta ahora hemos visto qué es la inteligencia emocional y sus beneficios. Ahora daremos un vistazo a unas cuantas técnicas y actividades de inteligencia emocional para niños para que tu pequeño maneje correctamente las emociones.

El ejemplo es el mejor aliciente

En efecto: los niños copian a los padres y a los maestros; en general, cuanto más pequeños son, más se inspiran en sus figuras de autoridad. Más adelante van siendo conscientes de su propia individualidad a eso de los 4 o 5 años, y ya empiezan a tomar sus propias decisiones.

Ahí será el momento del “no” casi por costumbre, se negarán a hacer caso, ignorarán al adulto y se pondrán a hacer locuras. En ese instante es cuando hay que empezar a actuar mediante los dictados de la Inteligencia Emocional, de tal forma que, en lugar de reñir o castigar, se le incita a actuar de una mejor manera, conseguiremos ganarnos su atención sin tener que recurrir a la imposición, la cual es una vieja conocida ya por todos.

De tal forma que, si nosotros actuamos con técnicas de inteligencia emocional en niños, el niño lo observará y tenderá a actuar de una igual manera.

Hay que advertir que esto no es algo inmediato: toma su tiempo, y quizá no sea fácil al principio, pero con grandes dosis de cariño y paciencia, se logrará.

La constancia es la estrella polar del sistema de inteligencia emocional

Pocas palabras tienen mayor calado (a largo plazo) en la consecución de un objetivo, que la constancia.

Y más si hablamos de educación: la mayoría de los casos de niños rebeldes se debe a que en su momento sus adultos no fueron constantes a la hora de educarlo.

No mentimos cuando decimos que hay que ser constante y consecuente a la hora de indicar a un niño lo que se puede y no se puede hacer.

Sin embargo, y como dijimos antes, la Inteligencia Emocional en niños trata de dar más relevancia a sus buenos actos y premiarlos (no con cosas materiales), alentarlos a que sigan llevándolos a cabo, y no imponerles castigos, gritos y otro tipo de violencia.

Enseñemos al niño a reconocer sus emociones

Para saber conducir, primero tenemos que conocer lo que es un coche, ¿verdad?. Pasa lo mismo con la inteligencia emocional para niños: para enseñar a un niño a manejar sus propias emociones, tiene que saber en primer lugar qué es una emoción (lo más difícil de todo) y después mostrarle qué implica cada una de ellas.

Por ejemplo, cuando queremos transmitirle qué es la alegría, le mostramos una foto de un niño sonriendo. Y así con el resto de las emociones.

Afrontemos las emociones de forma correcta

El paso siguiente es acción-reacción: para cada emoción, hay una forma de responder determinada. Los niños acostumbran a dejarse llevar por las emociones:

¿Qué tienen hambre? Lloran y gritan.

¿Qué se enfadan con alguien? Le pegan y siguen llorando.

Mediante la inteligencia emocional, y en el momento que se calmen, se les podrán enseñar cómo actuar cuando vayan a tener una rabieta.

Si nosotros como adultos le demostramos que las rabietas que tienen ellos las solucionamos con gritos de nuestra parte, aprenderán exactamente eso. Sí, se habrán callado, ¿pero a qué precio?

Aprendiendo a hablar “como la gente”

Todos cuando fuimos pequeños jugábamos a señalar las cosas que queríamos, a gritar que se hiciera todo ya y de la forma que nosotros queríamos.

Mediante la inteligencia emocional en niños, podemos incentivarlos para que hablen y se comuniquen de forma efectiva, haciendo que se sientan incluso más satisfechos por haberse hecho entender.

Porque, por mucho que nos neguemos a admitirlo, muchas de las rabietas y secuestros emocionales de nuestros pequeños se dan en aquellos momentos que son conscientes de su falta de capacidad para hacerse entender correctamente.

La magia de la escucha activa

¿Acaso no es gratificante cuando te encuentras con alguien que te escucha por completo, que deja lo que está haciendo y se centra en lo que le estás diciendo?

Es fundamental que los niños, ya desde pequeños, conozcan esta sensación de prestar atención a su interlocutor.

De la misma manera, que tú como su adulto de referencia, deberías practicar la escucha activa con él; porque ya sabemos las consecuencias de estar demasiado ocupado-a como para atender al pequeño de la casa.

El problema de las emociones contenidas

No es bueno contener las emociones, hay que sacarlas a relucir. Si es un llanto, se llora, si es un grito al aire, se grita, como forma de expresión o desahogo. Negarle esa posibilidad a nuestros hijos e hijas, es cortarle un poco las alas en cuanto a sentimientos se refiere y eso, a la larga, no es nada bueno.

Por lo tanto, con la inteligencia emocional en niños, tenemos que demostrarles lo bueno que es tanto no esconder las emociones, como también no dejarse desbordar por ellas.

Porque ese es el problema: en cuanto hay emociones contenidas, pasa el tiempo cualquier acontecimiento futuro puede ser la gota que colma el vaso, haciendo que haya un estallido emocional.

Y no queremos que ocurra eso; queremos que el pequeño de la casa pueda disfrutar de una buena Inteligencia Emocional.

No les enseñemos a discutir, sino a dialogar

Muchos crecimos sin saber dialogar correctamente, por lo que muchas veces tenemos que acudir a técnicas menos convencionales para hacernos entender y escuchar, cómo elevar la voz, el chantaje emocional o el silencio.

Sin embargo, las técnicas de inteligencia emocional ayudan a que el niño sepa dirigir su atención al diálogo, que conserve la calma y pueda exponer sus argumentos de forma correcta.

La mayor parte de las personas que mantienen discusiones acaloradas de adultos, es debido a que de pequeños no supieron manejar la situación, por lo que se sienten superados por las circunstancias.

Y qué hacen estos adultos: gritar, imponer, acudir a su autoridad y mangonear, por lo que de esta forma parecen más tiranos que otra cosa.

Si ponemos en práctica la inteligencia emocional en niños, a buen seguro que les ahorraremos tener esas discusiones que solemos tener los adultos. Les enseñaremos a dialogar, debatir y exponer su punto de vista sin ningún problema.

Beneficios de desarrollar la Inteligencia Emocional en los niños

En este apartado veremos rápidamente las ventajas de trabajar este aspecto, que no son pocas.

La primera es evidente: desarrollar una buena inteligencia emocional aumenta la empatía con los demás, ya sean niños o adultos en general, a la vez de una correcta forma de comportarse, por lo que a la larga indicará mejor educación.

Se sentirá más feliz: identificar correctamente sus emociones, le ayudará a no sentirse tan incomprendido, lo que hará que pueda realizar de una mejor manera un autoanálisis más o menos profundo de sí mismo.

Le motiva a cambiar lo que no le guste de sí mismo: una de los axiomas de la inteligencia emocional es que todos los aspectos de la personalidad se pueden modificar, y más cuando son niños.

Mejorará la forma que tiene de expresarse: lo cual está muy conectado con el primer punto que hablábamos de la empatía; la inteligencia emocional en niños ayuda a reconocer la importancia que tienen los demás en su vida, e incluso la que tiene él mismo.

Facilita el proceso de aprendizaje: es muy normal en los niños que se sientan ansiosos a lo largo del día, o no sepan disfrutar correctamente de la actividad que estén haciendo.

Con las técnicas de inteligencia emocional se logra disminuir esa ansiedad, haciendo que se enfoquen en la tarea, lo que a la larga aumenta su felicidad y satisfacción.

Genera una buena autoestima, como base para la correcta consecución de los objetivos que se plantee a lo largo de su vida.

 

Es muy natural que un niño se enfade cuando no consigue hacer algo (como adultos, nos puede pasar también), o cuando se le castiga; con la correcta implementación de la inteligencia emocional en niños, se consigue que el niño sea consciente de su frustración y que sea posible inculcarle técnicas para que quite el foco de dicho sentimiento.